Categoría: bitácora

VI. LA REVOLUCIÓN CONTRA EL OLVIDO Y LA IMPUNIDAD

“¿Sabes lo que dicen de nosotros? Que nos paga Estados Unidos y otras países por sabotear al gobierno. ¿Dónde está todo ese dinero que nos envían? Porque aquí yo no veo nada”. La periodista Mass mira a su alrededor, donde solo hay míseras tiendas de campaña con viejas alfombras y colchonetas sobre las que duermen algunos de los activistas. En las que se cocina, sacos de arroz, legumbres y patatas. En los puestos de socorro, apenas algunas cajas de ibuprofeno, vendas y paracetamol. En uno de ellos, muchachos vendan la cabeza y la pierna a un joven con el cuerpo lleno de cardenales con la forma alargada de las porras con las que, dice, policías le pegaron la noche anterior durante horas. Lo detuvieron cuando un edificio cercano a Tahrir salió en llamas y le golpearon hasta que se cansaron de ordenarle que admitiese que era uno de los responsables del incendio. Resulta obvio que no tiene nada más en este mundo que esta revolución. Detrás de él, un folio pegado a la pared de plástico de la tienda pide a las Naciones Unidas que investigue los crímenes cometidos contra los manifestantes pacíficos. Un grito que se repitió durante los primeros meses de la protesta y que ya todo el mundo ha olvidado. No esperan nada de la comunidad internacional. “Estamos completamente solos”, espeta desesperanzada una de las enfermeras. “Nos han dejado completamente solos”, repite.   Horas más tarde, cuando acompañe a la Policía al otro lado de la barricada de bloques de hormigón desde la que se libra la batalla de piedras contra balas, los

V. LA REVOLUCIÓN DE LOS POBRES

Según nos alejamos del centro de Bagdad en dirección al este y nos acercamos al barrio de Al-Ameen, a una hora en autobús de Tahrir, las viviendas van perdiendo encofrado, el tendido eléctrico se va enmarañando en decenas de cables entrecruzados que arañan la visión del cielo como un nido en construcción, y las calles van perdiendo pavimento y aceras y ganando en tierra, polvo y baches. De este paupérrimo barrio proceden mucho de los manifestantes de Tahrir, incluido Alaa Kadim, el joven asesinado en las protestas el 25 de febrero cuyos familiares nos invitaron a acompañarles en el velatorio en su casa.  En la puerta de la vivienda, una lona con su fotografía y nombre reivindica su muerte en el barrio. Bajo el dintel, un par de velas rojas se consumen mientras vecinos acuden a dar el pésame a sus familiares. En la principal estancia de la casa, una habitación de unos veinte metros cuadrados cubierta con roídas alfombras, su padre, hermanos y tíos, les reciben y rezan conjuntamente algunas suras. En una más pequeña, junto a la humilde cocina, permanecen sentadas sus dos hermanas, su tía y su prima. La madre de Alaa murió hace un par de años por falta de medicamentos en el hospital, según cuenta su padre. Algo común en Iraq, donde los enfermos tienen que comprar muchos de los remedios en las farmacias para que se los suministren los especialistas. Su prima, una joven de 17 años, es ahora casi viuda. Su boda con Alaa se iba a celebrar una semana después de su asesinato. Ahora tendrá que guardar

IV. LA REVOLUCIÓN CONTRA LAS MILICIAS

–El pueblo iraquí nos agradece que hayamos tomado este edificio porque era un foco de degradación. Como si se tratase de un guía turístico, el miliciano de los Blue Hats, que prefiere omitir su nombre, nos guía orgulloso por el esqueleto del Turkish Restaurant, una mole octogonal de catorce plantas que fue ocupada durante los primeros meses de la protesta por los manifestantes, convirtiéndolo en uno de los símbolos de la revolución.  Situado en la misma plaza de Tahrir, este edificio albergó durante la dictadura de Sadam Hussein uno de los centros comerciales más populares del país. El restaurante turco con vistas panorámicas a la ciudad de Bagdad se convirtió en un símbolo de la bonanza de aquella dictadura engrasada por los pozos petrolíferos. Su estructura resistió los bombardeos del Ejército estadounidense en la primera Guerra del Golfo y los de la invasión de 2003. Y así permaneció vacía durante los casi siguientes veinte años, como recordatorio involuntario de aquellos aciagos años y del fracaso de los sucesivos gobiernos para reconstruir su país.  Cuando a finales de octubre los manifestantes de Tahrir se la arrebataron a los francotiradores que les masacraban, los selfies que se tomaban en la última planta resumían su lucha: en un primer plano, sus sonrisas de orgullosos conquistadores; en un segundo, sus compañeros en el puente de Jumhuriya enfrentándose -y muriendo- con las fuerzas de seguridad que protegían el tercer plano: la conocida como Zona Verde, el barrio convertido en bastión militarizado desde 2003 en el que se encuentra la Embajada de Estados Unidos y los órganos de Gobierno de Iraq:

III. LA REVOLUCIÓN POR LA IGUALDAD

Sentados en el suelo con las piernas cruzadas, Gaith, Hassan y Hannan pelan y cortan patatas. Bromean entre ellos y con Umm Ali (Madre de Ali, la forma tradicional de presentarse las mujeres árabes), una sexagenaria que amasa sin tregua panes. En un rato repartirán lo cocinado entre los manifestantes. Gaith tiene 18 años y, como sus compañeros ‘pinches’, cuando no está en clase en la universidad, está en Tahrir apoyando en labores logísticas y de mantenimiento: cocinar, limpiar, preparar pancartas… Siente que participar en esta revuelta le ha hecho más “abierto, más tolerante, más sabio: ahora acepto las opiniones de los demás y quiero comprenderlas. Soy una persona diferente”. Su amiga Hannan le mira atentamente y asiente. … Leer más…III. LA REVOLUCIÓN POR LA IGUALDAD

II. LA REVOLUCIÓN POR EL TRABAJO

La plaza de Tahrir guarda muchas semejanzas con las acampadas españolas del 15M de 2011. Decenas de tiendas albergan los sueños futuros de los jóvenes llegados de todos los barrios de Bagdad: los bohemios, la biblioteca que han creado con una treintena de títulos revolucionarios y clásicos árabes; los estudiantes de farmacia, un dispensario con ibuprofeno, paracetamol y gasas; las feministas, un espacio seguro y decorado con lazos morados cayendo del techo y cojines en el suelo; los comunistas, una con fotografías de sus líderes clásicos; más allá, jóvenes universitarios pelan patatas mientras una mujer con niqab negro amasa y hornea panes en un bidón con carbón; en uno de los extremos, decenas de tiendas de campaña donde duermen algunos de los más activos en la revuelta. … Leer más…II. LA REVOLUCIÓN POR EL TRABAJO

I. LA REVOLUCIÓN DE LOS VELATORIOS

Farouh corre veloz con sus chanclas de plástico cuando la policía carga con gases lacrimógenos. Tiene 13 años, los pies, la ropa y la cara renegridos y ha llegado hasta aquí desde uno de los barrios más pobres de Bagdad, Al-Sadr City, a una hora en autobús de la céntrica plaza de Tahrir. Pese al caos, no se le cae la sonrisa de la cara hasta que le preguntamos por qué participa en las protestas que miles de jóvenes de una decena de ciudades del centro y sur del país protagonizan desde octubre de 2019. “Queremos un país en el que vivir”, espeta, una de las consignas más coreadas en la revuelta más importante que ha vivido el país desde la invasión de 2003. Farouh mira con seguridad y orgullo desde su metro y medio a los jóvenes que nos rodean. Todos quieren explicar sus motivos, pero la policía vuelve a atacar desde el otro lado de la trinchera que los manifestantes han construido con muros de hormigón. … Leer más…I. LA REVOLUCIÓN DE LOS VELATORIOS